Tipos de caries
La caries dental se produce cuando las bacterias presentes en la cavidad oral metabolizan los azúcares de los alimentos en ácidos, y éstos erosionan la superficie de los dientes.
Caries de superficie
No hay depresión, agujero o fosa en el diente: solo una mancha pequeña y ligeramente desgastada que puede tener un tono diferente de blanco o marrón claro.
Esto sucede cuando los ácidos de la placa erosionan el diente hasta los niveles inferiores del esmalte. Todavía no ha penetrado en la dentina, o capa interna del diente, por lo que es fácil de tratar e incluso revertir por completo.
Esta caries se puede tratar con flúor, siempre bajo la supervisión de un especialista. Para prevenirla, es muy importante mantener unos buenos hábitos de salud bucodental, en especial con el hilo dental.
Fosas y fisuras
Se produce en la superficie de masticación de las piezas dentarias posteriores. Cuando se rompe el esmalte, la caries alcanza la dentina, localizada en el interior del diente.
Este tipo de caries es peligrosa ya que avanza rápidamente y si no se tratan a tiempo, puede progresar hasta destruir el diente por completo a través del debilitamiento, la infección y la descomposición. Su tratamiento consiste en retirar el tejido cariado y reemplazarlo con un relleno que proteja el diente permanentemente.
Es una de las caries más habituales y se puede detectar mediante radiología en clínica. Uno de los tratamientos más habituales para corregirla es el de sellado.
Caries radicular
Es la más común en pacientes adultos debido a la propensión a padecer retracción en las encías, dejando al descubierto la zona de la raíz del diente más cervical.
Como su nombre indica, afecta a la raíz del diente. Si no se trata, puede acabar provocando la caída del diente. El tratamiento más habitual es el de endodoncia, aunque en casos muy avanzados puede llegar a ser necesario retirar el diente.