Piercing en la lengua: tipos, cuidados y riesgos
Durante muchos años, la población ha utilizado los tatuajes y los piercings para decorar su cuerpo, en muchas ocasiones con diferentes significados culturales. Los piercings surgen desde tiempos remotos: ya los antiguos mayas se los colocaban en labios y lengua, y los esquimales lo hacían en el labio inferior.
¿Cómo se hace un piercing en la lengua?
Los piercings orales son perforaciones en diferentes localizaciones de la boca como la lengua, el labio, la mejilla, el frenillo, la úvula o la campanilla. Pueden colocarse en el interior de la boca o pueden ser de los que se ven por fuera de la misma, también conocidos como piercings periorales.
Riesgo de ponerse un piercing en la boca
Son una forma de expresión o un signo de modernidad, pero en ambos casos pueden ser peligrosos. La boca está llena de bacterias que pueden provocar inflamación e infección. Una lengua inflamada puede llegar a dificultar la respiración.
En personas con enfermedades cardíacas, una infección bacteriana en la cavidad oral puede llegar a provocar una afección, denominada endocarditis, que puede dañar las válvulas cardíacas.
Otro tipo de problemas que pueden causar los piercings es que se desprendan parte de los mismos en el interior de la boca y provocar un atragantamiento. También pueden producir que los dientes se astillen o se fracturen durante el habla o la masticación. Una fractura profunda en un diente, puede provocar la necesidad de una endodoncia para arreglarlo o incluso tener que extraerlo si no puede repararse.
Las posibles reacciones alérgicas de los piercings según el tipo de material del que estén fabricados también pueden darse. Lo ideal es que sean de acero quirúrgico. Si decidimos colocarnos un piercing hay que tener en cuenta que se pueden dar una serie de posibles efectos adversos:
Durante el proceso de colocación del piercing puede producirse:
- Sangrado incontrolado al perforar algún vaso.
- Daño de algún nervio o terminación nerviosa
- Contagio de enfermedades infecciosas
Durante el proceso de cicatrización, es importante estar atento a los posibles signos de infección como son el enrojecimiento, la hinchazón, el sangrado excesivo y el mal olor.
A medio y largo plazo:
- Alteración del habla y la función
- Acúmulo de placa bacteriana, pudiendo generar halitosis o mal aliento
- Ingestión o aspiración del piercing, pudiendo provocar grandes complicaciones.
- Traumatismos en dientes y encías, provocando rotura de piezas dentales y retracción de las encías.
El piercing en la lengua puede causar una presión constante contra los dientes posteriores pudiendo provocar que eventualmente se muevan, creando espacios no naturales entre ellos.
Estos espacios se pueden convertir en trampas perfectas para el acúmulo de los alimentos que, si no se limpian de manera adecuada y regular, pueden provocar la aparición de caries:
- En caso de infección puede llegar a producirse incluso problemas cardíacos
- Puede haber interacciones con empastes realizados con plata, conocidas como “corrientes galvánicas”
Cuidados
Por estas todas estas razones, lo ideal sería evitar el uso de piercings en la cavidad oral, sin embargo, si se quieren asumir estos riesgos, al menos, se recomienda que:
Se coloquen en sitios de confianza donde predomine la higiene, los materiales estériles y los profesionales tengan conocimientos suficientes para evitar el contagio de enfermedades y complicaciones durante el proceso.
- Incluir una buena higiene del piercing en la rutina diaria del cuidado de nuestra boca: cepillado y uso de colutorios antisépticos. La boca es un ambiente húmedo que contiene millones de bacterias. Es un lugar ideal para la generación de infecciones. Esto se amplifica con las perforaciones, principalmente en la lengua, y particularmente en los días inmediatamente posteriores al procedimiento.
- Evitar “jugar” y morder el piercing para reducir el riesgo de fracturas dentales y de recesiones de encías. Este contacto involuntario entre los dientes y el piercing puede hacer que el esmalte dental se desprenda, exponiendo las capas más sensibles del diente, la dentina y la pulpa, que se encuentran por debajo. Una mordida dura accidental del piercing puede causar una grieta en el esmalte que se puede extender hasta el nervio del diente generando problemas más serios.
- En caso de presentar algún tipo de síntoma o complicación, es importante acudir a un odontólogo.
En definitiva, desde el punto de vista del cuidado dental, las principales sugerencias son: mantener la boca limpia mediante el cepillado de dientes regular, uso de hilo dental, usar un enjuague bucal de manera frecuente, quitarse los piercings de vez en cuando para limpiar adecuadamente la lengua y por último, evitar jugar con ellos; como puede ser frotar la lengua contra los dientes, un hábito fácil de desarrollar.
Si se realiza deporte de contacto es recomendable quitarse los piercings para evitar daños mayores puede producirse un golpe o traumatismo. Es importante revisar con frecuencia los extremos del piercing para asegurarse de que estén seguros y que no se corra el peligro de ingerir o aspirar una de sus partes.